miércoles, 25 de mayo de 2011

LA SUERTE ESTÁ ECHADA

‘He aquí la esclava del Señor’.

Esa soy yo,
la mujer de la más baja de las castas.
La intocable.
La que a veces siente
que lleva cautiva 3.000 años.

Puede que me traten con deferencia,
pero ya me doy por muerta
pues nadie es inmune al odio.

Mi padre me enseñó a disparar,
mi madre a sentarme como una dama.
Decía a todo que sí,
pero nunca mencioné
el miedo que me daban los hombres

Porque soy hija de mi padre
sobreviví a la vida en el campo de trabajo.
Porque soy hija de mi madre
atraje la mirada de los guardias.

Hablo
desde la profundidad de los jazmines,
sostengo una espada en la mano
mientras recito mi oración:
‘Hágase en mí según tu palabra’.

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