miércoles, 13 de enero de 2010

LA PESTE


Llegué a Reunión una mañana de verano.
La ciudad era hermosa, el aire límpido.
Respiré tranquila y pensé que allí comenzaba mi nueva vida.
Mas a mi paso todas las puertas se cerraban,
las llamas de las hogueras se avivaban,
los árboles temblaban agitando sus hojas
y las aves huían en bandadas con forma de flecha.

Presiento que provengo de un tiempo maldito
y avanzo hacia un mañana desierto,
en el que se pudren las raíces de los árboles.

Eso olvidé contarte,
que lo que para otros es luz
para mí es penumbra,
que donde unos calman su sed
yo sólo encuentro desgracia.

Sueño que me arrastro entre el lodo,
entre nubes de mosquitos,
y sólo una cosa deseo:
amortiguar el dolor
y aún los dolores sucesivos
y simultáneos.

Sé que ya no seré feliz.
Pasará la primavera,
vendrá el verano,
y seguiré aquí,
al pie de la muralla,
esperando…