martes, 23 de noviembre de 2010

REDENCIÓN


He nacido con una misión que cumplir
y esa misión es amar,
con un amor lleno de ira.
Pero aún no he aprendido a usar el amor sin destruirme.

He perdido todo lo que se puede perder.
Fui expulsada del Paraíso cuando demostré que era humana,
a un lugar donde no puedo imaginar qué haré yo.
Por eso no quiero el amor, prefiero la identidad.

Al fin me he perdonado todo lo importante en la vida,
y me he dedicado a viajar
desde el corazón del enigma hacia el corazón del enigma,
haciendo de mi vida
un permanente punto de fuga hacia lo ignoto.

¿Por qué me siento entonces como una mercancía barata?
Tal vez he utilizado demasiado el dolor como pretexto.
Cuando el dolor no es algo que nos sobreviene.
Está en nuestro interior,
somos nosotros.