Me gusta el silencio
y todavía más el aullido de los lobos.
Pues había un lobo blanco que venía a esperarme
todos los inviernos
y dejaba sus pisadas en la nieve.
Yo lo seguía obediente,
porque él lo era todo para mí,
hasta que un día dejó de nevar
y perdí su rastro.
Ahora imagino los paisajes blancos
que nunca llegaré a contemplar,
hollados por manadas de lobos hambrientos.
Mientras, me pudro despacio…
en esta habitación sin ventanas.
y todavía más el aullido de los lobos.
Pues había un lobo blanco que venía a esperarme
todos los inviernos
y dejaba sus pisadas en la nieve.
Yo lo seguía obediente,
porque él lo era todo para mí,
hasta que un día dejó de nevar
y perdí su rastro.
Ahora imagino los paisajes blancos
que nunca llegaré a contemplar,
hollados por manadas de lobos hambrientos.
Mientras, me pudro despacio…
en esta habitación sin ventanas.