martes, 4 de diciembre de 2007

GALLETAS INTEGRALES


Mi amigo es tímido y nunca llegará a nada. Le veo arrastrar sus pies grotescos, grandes como palas, de un lado a otro. Padece una inseguridad contagiosa que le lleva, muy a su pesar, a generar conflictos entre la gente que le rodea. A veces siento pena por él sobre todo, al verle deambular por la cafetería distrayendo su soledad, esperando que alguien le dé una palmada en la espalda o los buenos días. Nunca ocurre. Cuando le conocí no sabía nada de lo se rumoreaba de él. Era lunes, llegaba tarde y me metí de bruces en el ascensor sin mirar dentro. Allí estaba con un abrigo marrón abrochado hasta el cuello dándome unos buenos días cómplices con mi retraso a la vez que impedía que la puerta se cerrase. Le agradecí el detalle con un gesto cordial mecánico, casi sin mirar, y subimos. Me despertaron los gritos de mis compañeros sujetando al cartero que insistía en seguir pateándome la cara.

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