viernes, 27 de mayo de 2011

EL ARMISTICIO

Quisiera hablarte
del código de Hammurabi,
esa estela de origen divino,
en donde se hallaban grabadas
las 282 leyes de la antigua Mesopotamia,
escritas en piedra
para complacer a los dioses,
y que hacían que la ley del Talión
sentase jurisprudencia.

Eso pasó hace más de 3.700 años,
pero sigue hoy vigente
en el corazón de todos aquellos
que sostienen que su reino
no es de este mundo.

Por eso urge
inventar un nuevo códice
construido a base de silencios.
Y caminar juntos,
de la mano,
hacia la Tierra Prometida.

ORDEN CÓSMICO

El miedo te lleva a afirmar
que no deseas encontrarte a ti mismo.
Pero es imposible vivir sin sufrimiento.
Hoy nuestro dolor es así,
y mañana será de otra manera.
La rueda de la vida así lo establece.

Quizás no hayas entendido nada.
Yo también sé
lo difícil que es
dejar de ser uno mismo.
¿Qué pensabas?

En el fondo,
no hemos sabido entender
lo que significa vivir,
ni agradecer
la inmensa fortuna
de habernos encontrado.

SANTUARIO

Por la noche,
cuando todos dormían
mientras mi abuela leía la Biblia,
y mi hermano contaba los intervalos del faro,
yo buscaba agua potable
dentro de mí misma.
Obligada,
como Sísifo,
a empezar de cero a cada paso.
Y en sueños
escuchaba a alguien llorar
y te veía envuelto en llamas.

Decían que interpretaba mal la realidad
y me miraban con aprensión,
aunque yo no entendía el significado de aquellas miradas.
Solo oía un ruído sordo,
como si me hallase sumergida en el fondo del mar,
donde recibía los besos protocolarios de mi madre
y las sonrisas prefabricadas,
como de telenovela,
de unos hombres de bata blanca.

miércoles, 25 de mayo de 2011

NO MIRES ATRÁS

Nadie quiere oír al que le dice
que malgasta las tardes tratando de olvidar
que algún día será un viejo que añorará su niñez.

En cambio, nos gusta pensar
que en cualquier momento
podríamos empezar de nuevo
si quisiéramos.

Pero la vida consiste en que cada uno
trace y haga su camino
y se dirija sin miedo
hacia su propio destino.

Mientras no llegamos a la meta,
arriesguémonos a dinamitar el mundo,
interrumpir los discursos,
reinventar los telediarios.

No caigamos en eso de:
lo intentamos, pero no funcionó,
de que somos ridículos y limitados;
sin más razón que la suma de todos los fracasos.

ENMIENDA A LA TOTALIDAD

La campaña electoral,
que comenzó oficialmente el pasado 20 de marzo,
ha concluído con una tibia afluencia a las urnas.
en la que los ciudadanos
se han manifiestado una vez más
escépticos con el sistema.
De nuevo los comicios
han tenido una participación muy baja.

Muchas voces se yerguen en medio del caos:
“Odio a todos los partidos
y a todos los candidatos”.
“Que gane el mejor”.
“Yo me lavo las manos”.

Se habla de voto anti-sistema,
de voto de castigo,
voto al mal menor,
voto cautivo,
voto estratégico,
indiferencia por saturación...

Hay quien dice que necesitamos un nuevo paradigma
o que hemos que establecer relaciones racionales
entre los distintos elementos
que integran un ordenamiento electoral,
y extraer las conclusiones oportunas”.

Los sufragios que recibe cada candidato
obedecen a razones muy heterogéneas
no ajenas a los tipos de interés,
a los nudos gordianos,
incluso al ánimo de lucro
o a la razón de estado.

El escrutinio arroja los resultados de la votación,
pero ¿dice algo sobre lo que cada elector
aspiraba a hacer con su voto?
¿O si este realmente,
en algunos casos,
rechaza como parece
el juego democrático y sus reglas?

Seguimos dándole vueltas y más vueltas,
porque aunque creemos saber, nunca sabemos.
Somos una especie que pregunta,
pero con el conocimiento también aumentan las dudas.

AMOR LOW COST

Los hombres hacen cualquier cosa
con tal de evitar sufrir.
Como pensar que el amor existe,
que su vida tiene algún sentido,
que sus pecados pueden ser perdonados...

¿Fue en otra vida cuando
miraba la Luna
y sentía que era ella la que me llamaba,
atrayéndome como un imán
con su mutismo?

Como Goethe
yo amo a aquel que desea lo imposible.
Así es mi ansia de infinito,
así es mi amor por ti,
algo que resbala
y que cae.

LA SUERTE ESTÁ ECHADA

‘He aquí la esclava del Señor’.

Esa soy yo,
la mujer de la más baja de las castas.
La intocable.
La que a veces siente
que lleva cautiva 3.000 años.

Puede que me traten con deferencia,
pero ya me doy por muerta
pues nadie es inmune al odio.

Mi padre me enseñó a disparar,
mi madre a sentarme como una dama.
Decía a todo que sí,
pero nunca mencioné
el miedo que me daban los hombres

Porque soy hija de mi padre
sobreviví a la vida en el campo de trabajo.
Porque soy hija de mi madre
atraje la mirada de los guardias.

Hablo
desde la profundidad de los jazmines,
sostengo una espada en la mano
mientras recito mi oración:
‘Hágase en mí según tu palabra’.